Antes de su debut en el Argentina Open, el más reciente campeón del torneo reflexionó sobre varios temas: presente, expectativas y sus comienzos con la raqueta de la mano del vínculo familiar.
¿Cómo te trata Buenos Aires? ¿Venís con la idea fija de revalidar el título?
Sí. Me encanta jugar en Sudamérica. Estoy muy contento de volver otra vez aquí.
¿Cuáles son tus sensaciones tras pasar por Córdoba, a pesar de perder en primera rueda?
Vine el viernes hacia aquí para preparar este torneo. Estoy entrenando mucho. Física y mentalmente. Así que espero que pueda defender el título.
¿Le prestás atención a los rivales más cercanos, como, por ejemplo, Schwartzman?
No vi la final de ayer en Córdoba… la verdad (risas). Sé que juego mañana ante Carballés Baena. También jugué contra él el año pasado en cuartos de final. Fue muy duro y seguramente lo será de nuevo. Imagino un partido largo, de polvo de ladrillo. Habrá puntos extensos. Mucho rally. Espero estar bien físicamente.
No solamente competís en singles, sino también en dobles, junto a Ramos Viñolas. ¿Desde cuándo se conocen y cómo se complementan como dupla?
Con Albert tengo una buena relación, y hemos jugado juntos algunas veces. Para mí es un placer hacer equipo con él porque nos conectamos en la pista. Nos conocemos desde hace mucho tiempo.
¿Qué podés decirnos del rol de la familia en el tenista?
Si juego al tenis, es por responsabilidad de mi tío. Con él empecé. Los padres son muy importantes en este deporte, además. Por suerte, ellos son muy tranquilos y entienden de tenis. Si te metés presión, es duro. Y la diversión es lo primero. De pequeño, era lo único en lo que pensaba.